Aleluya al cante del Giraldillo entorpece
y alertando a las macetas se entromete
un poco alicaído, un clérigo en el mundo
replicando la misa de cientos de memos.
Cante que al compás suena a pelo seco
una trompeta que aumenta al presente,
la anciana revela su huída con saber lo
dura que la vida y la muerte se arrecia.
Llamando está la cotorra de la cantimplora,
la suculenta comida de pobres que avispa
un sacerdote con su plegaria y risa acaece
aquél que ya no escucha ni la mismísima.
Jose Luis Segura Coronil.
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